CRÓNICA[1]
10 de noviembre, día bastante soleado aún con el agobiante calor del mediodía, allí se encuentran Doña Amanda, Doña Isabela, Emperatriz y su esposo Wilder Patiño. Unos de los tantos colombianos que trabajan informalmente cada día. Todos ellos laboran en las afueras de la Institución Educativa Jesús Rey, aunque quizás para los estudiantes muchas veces ellos pasan desapercibidos, siempre están allí vendiendo sus productos.
Este es el caso de doña Amanda Espinoza, quien trabaja vendiendo helados y paletas en un carrito de cream helado, aunque no siempre ha realizado esta actividad, toda su vida ha laborado de manera informal llevando 32 años en el sector de Robledo, pese a que vive en la comuna 6, barrio El Picacho. Para doña Amanda “la falta de empleo en el país la obliga a trabajar informalmente, aún más cuando se es mayor de 35 años porque es casi imposible conseguir empleo” además nos contó que el trabajo es difícil, porque se depende del clima “los días como hoy cuando hace sol se venden bastantes helados pero cuando llueve, se me daña el negocio”. Ella preferiría un trabajo “en una empresa a la sombrita”, ya que nos dijo que: por cada helado que vendía sólo ganaba 100 pesos, por lo que no es rentable pero al menos le permite conseguir la comida de cada día. A pesar de todo le gusta trabajar a la salida del colegio porque los muchachos ya la conocen y ya tiene una clientela fija. Lo que la motiva a trabajar es su hijo menor que se encuentra en grado 11, procurando que él posea un mejor futuro y logre hacer sus estudios superiores.
Muy cerca de donde vende helados doña Amanda se encuentra doña Isabela, ella lleva vendiendo mangos y frutas en este lugar por más de 5 años. A diferencia de Amanda, ella trabajó 5 años en la bodega de la empresa de plásticos Extra, sin embargo prefiere trabajar independiente. En sus palabras “es mejor ganarse 10000 pesos libres de otros gastos diarios, que trabajar en una empresa por un pequeño salario, cumpliendo un horario, llevando un uniforme y gastando dinero en transportes”, pero reconoce que en su situación actual “ni siquiera puede darse el lujo de enfermarse”. Desde que tuvo su primera hija, se dedicó a criarla unos años pero se propuso darle acceso a una educación profesional, por eso hoy la vemos trabajando para ayudarle a su esposo con los gastos del hogar. También opina que “en Colombia hay muchas oportunidades de desempleo, porque aquí no trabaja el que quiere sino el que puede y los puestos que hay son por rosca”. Isabela nos dice que: trabaja de 7 a 7, incluso sin almorzar porque es tiempo y dinero que ella pierde.
Doña Emperatriz y Wilder Patiño también trabajan en las ventas a las afueras del colegio, vendiendo dulces pero solo trabajan a las horas de salida de los estudiantes. Doña Emperatriz ha trabajado independiente toda su vida, pero quisiera trabajar en una empresa donde tenga prestaciones, vacaciones y seguridad social. Aunque el trabajo informal ha sido su salida para obtener otros ingresos. Debido a la falta de estudios le ha resultado muy dispendioso conseguir un empleo. Para ella “hoy en día incluso para barrer calles se necesita saber manejar un computador”. Su esposo aunque no terminó el bachillerato ha logrado trabajar 25 años reparando aparatos electrónicos, gracias a los cursos que ha realizado.
Todos estos personajes trabajan día a día buscando un mejor futuro para sus familias. Han encontrado en el trabajo informal una alternativa para el sostenimiento de sus hogares y salir adelante en este país de pocas oportunidades.
[1] Elaborada a partir de las entrevistas realizadas el 10 de noviembre de 2009. Los nombres de los entrevistados no fueron alterados.